Areas Grises
Cualquiera de nosotros conoce el caso CLAE y sabrá identificar a Carlos Manrique Carreño como el hábil organizador de un mecanismo que ofrecía una banca paralela con sorprendentes “tasas de interés” que se sufragaban principalmente con la incorporación de nuevos “clientes” al mecanismo y además con las “renovaciones de depósitos”, una especie de voto de confianza por parte de aquellos que en su momento recibieron los “dividendos” de la estafa pero que mantenían fondos en el mecanismo en espera de seguir recogiendo las eventuales ganancias. Dentro del caso se pueden encontrar areas grises como por ejemplo:
Requiere más “clientes” y cierto nivel de fidelización.
El llamado Centro Latinoamericano de Asesoramiento Empresarial (CLAE), bajo la dirección de Carlos Manrique, logró por varios años en el Perú lo que ningún banco o financiera podía hacer, pagar 100% de intereses sobre los depósitos, lo cual era legal, sin embargo, era antiético, ya que las empresas no podían competir con este centro y además, la superintendencia de banca y seguro no la investigo en su momento. Con semejante rentabilidad ninguna actividad bancaria podía competir. Eran las épocas de “las vacas gordas” donde Manrique cumplía con sus clientes, lo que le permitió tener buena imagen ante ellos, que eran más de la mitad del país.
Reparte los nuevos fondos entre los viejos clientes.
Otra área gris que se puede encontrar en este caso, era que se pagaba puntualmente los intereses a sus clientes antiguos, con el dinero que captaba de nuevos ahorristas, lo cual era antiético, sin embargo, la ley si lo contemplaba. Este sistema, conocido como “la pirámide”, sedujo a muchos porque ofrecía ingresos formidables. Inevitablemente la pirámide alcanzó una etapa en que las nuevas captaciones resultaban insuficientes para pagar tan altos intereses a los anteriores ahorristas.
El llamado Centro Latinoamericano de Asesoramiento Empresarial (CLAE), bajo la dirección de Carlos Manrique, logró por varios años en el Perú lo que ningún banco o financiera podía hacer, pagar 100% de intereses sobre los depósitos, lo cual era legal, sin embargo, era antiético, ya que las empresas no podían competir con este centro y además, la superintendencia de banca y seguro no la investigo en su momento. Con semejante rentabilidad ninguna actividad bancaria podía competir. Eran las épocas de “las vacas gordas” donde Manrique cumplía con sus clientes, lo que le permitió tener buena imagen ante ellos, que eran más de la mitad del país.
Reparte los nuevos fondos entre los viejos clientes.
Otra área gris que se puede encontrar en este caso, era que se pagaba puntualmente los intereses a sus clientes antiguos, con el dinero que captaba de nuevos ahorristas, lo cual era antiético, sin embargo, la ley si lo contemplaba. Este sistema, conocido como “la pirámide”, sedujo a muchos porque ofrecía ingresos formidables. Inevitablemente la pirámide alcanzó una etapa en que las nuevas captaciones resultaban insuficientes para pagar tan altos intereses a los anteriores ahorristas.
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